Colaborador Invitado

Tercerización o reindustrialización: El futuro económico de México en juego

México tiene la oportunidad de liderar una nueva etapa en América Latina: una etapa donde la tercerización no sea sinónimo de dependencia, y la industrialización no implique exclusión.

Desde mediados del siglo XX, el sector terciario —servicios como transporte, turismo, finanzas y educación— se ha consolidado como el motor económico en países desarrollados. Hoy representa entre el 70% y el 79% del PIB y del empleo en economías como EU, Reino Unido y Japón. En los países emergentes, la tercerización ha ganado terreno desde los años 80, destacando Brasil con un 72% del PIB terciario y México con un 60%.

Este crecimiento ha sido impulsado por factores como la urbanización, la tecnología, la globalización, el aumento del ingreso disponible, los sistemas de protección social y el auge del turismo. En México, este giro estructural comenzó en los años 80 con su adhesión al GATT y se consolidó con el TLCAN (hoy T-MEC), así como con una extensa red de tratados comerciales.

Sin embargo, este modelo también trajo consecuencias: una desindustrialización progresiva y el abandono del sector agropecuario, debilitando la autosuficiencia productiva del país. En 1983, la industria empleaba al 47% de la población; hoy solo al 30%. El terciario lidera, pero sin el respaldo de los otros sectores.

Es momento de repensar la estrategia. México no debe elegir entre tercerización o industrialización, sino construir una economía equilibrada, diversificada e inclusiva. La clave está en una visión integral de largo plazo:

• Reindustrializar para aumentar el contenido nacional en las exportaciones y avanzar en soberanía energética.

• Revitalizar el campo para lograr autosuficiencia alimentaria y dinamizar el empleo rural.

• Potenciar el comercio exterior, aprovechando los tratados ya firmados, pero también fortaleciendo el mercado interno.

El “Plan México” apunta hacia ese reequilibrio, con objetivos como el fortalecimiento del mercado interno, la autosuficiencia alimentaria y energética, y el aumento de la producción nacional. Si se ejecuta correctamente, este enfoque permitirá que los sectores agroindustrial y manufacturero impulsen aún más al terciario en sus ramas de distribución, comercio y turismo.

La Cepal y el Banco Mundial son claros: México debe invertir más y reducir la desigualdad si quiere romper la trampa del bajo crecimiento. El reto no es pequeño, pero la oportunidad es enorme.

Una economía moderna no se construye marginando sectores, sino articulándolos. El futuro será del país que logre integrar lo mejor de cada uno.

Nueva narrativa económica

La disyuntiva entre tercerización y reindustrialización no es solo técnica: es profundamente simbólica. Representa el tipo de país que queremos ser. ¿Uno que depende de servicios importados y cadenas globales fragmentadas, o uno que genera valor desde su territorio, con empleos dignos y capacidades productivas propias?

La experiencia internacional ofrece lecciones valiosas. Corea del Sur, por ejemplo, apostó por una reindustrialización intensiva en tecnología, sin abandonar el sector terciario. Alemania ha mantenido una base manufacturera sólida, articulada con servicios de alta especialización. Incluso Estados Unidos, epicentro del terciario, ha lanzado políticas para recuperar capacidades industriales estratégicas.

México tiene ventajas únicas: una ubicación geográfica privilegiada, una red comercial robusta, una población joven y creativa, y una diversidad territorial que permite múltiples vocaciones productivas. Pero necesita una política económica que reconozca esas fortalezas y las potencie con visión de Estado.

PAPEL DEL SECTOR EMPRESARIAL

Desde la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco Servytur), impulsamos una agenda que articula los tres sectores económicos. No se trata de competir entre ellos, sino de generar sinergias. El comercio y los servicios pueden ser aliados estratégicos de la industria y el campo, facilitando su acceso al mercado, su visibilidad y su escalabilidad.

Además, el fortalecimiento del mercado interno es clave. No basta con exportar más: hay que consumir más lo que México produce, con calidad, innovación y responsabilidad social. Esto implica políticas públicas coherentes, pero también una ciudadanía informada y comprometida.

Hacia una economía con rostro humano

Reindustrializar no es volver al pasado, sino construir un futuro más justo y resiliente. Es apostar por empleos formales, por cadenas de valor locales, por innovación con propósito. Es también reconocer que el desarrollo económico debe ir acompañado de desarrollo social, ambiental y territorial.

México tiene la oportunidad de liderar una nueva etapa en América Latina: una etapa donde la tercerización no sea sinónimo de dependencia, y la industrialización no implique exclusión. Una etapa donde el crecimiento se traduzca en bienestar real para millones de familias.

Octavio de la Torre de Stéffano

Octavio de la Torre de Stéffano

Presidente de Concanaco Servytur

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